jueves, 22 de noviembre de 2007

Trapecio teatralizado.



Un texto viejo, en honor a la conve que no fui y por las muchas a las que sí ire.


Una propaganda televisiva anuncia la llegada del circo, mí primera duda es en relación al alto presupuesto, concluyo que ha de ser algún circo extranjero segura de la precariedad de los circos nacionales. Ante mi espera, una cadena de supermercados es la responsable del anuncio, pero no del que yo deseaba, si no de “El circo de los precios bajos”.

En la desilusión infantil de quien espera un regalo inigualable y se encuentra con unos zapatos nuevos para el colegio, me frustro ante la promesa de alegría que se limita a un tarro de salsa más económico. Brevemente, y sólo ante el accionar de una palabra, he construido una serie de expectativas basadas en imágenes acústicas, en términos sausserianos, adquiridas a lo largo de mi experiencia en una cultura determinada, la chilena y supongo por ende latinoamericana.

El ideario asigna un lugar al circo como manifestación popular, un evento tradicional. A pesar del arraigo que este espectáculo ha tenido en esta tierra, lejos estamos de tener una gran tradición circense, incluso en la actualidad las familias de circo no exceden la tercera generación. Este es el caso de la familia Cárdenas y de la familia Maluenda. La primera perpetuada por un nieto de los ya míticos hermanos trapecistas del circo “Las águilas humanas” y la segunda en los pequeños payasos del circo “Los Tachuela”.

Mi pregunta es entonces porqué un espectáculo basado en el ala circense de la tradición de las escuelas de Rusia y Estados Unidos, nos identifica a tal grado de parecernos propio, como si el circo siempre hubiese estado viajan por los suelos de nuestro país.

Octavio paz, en su ensayo Máscaras mexicanas, describe las características que el considera determinantes de la identidad mexicana, características que para este caso ampliaré al contexto latinoamericano a pesar de que esto pueda ser un tanto generalizador. Por su parte, este autor propone el hermetismo como principal característica del pueblo mexicano, rasgo que se evidencia tanto en el lenguaje, como en la política o las preconcepciones estéticas de esta comunidad. Interesante aparece la relación de los roles de género desde esta constante, el autor analoga las características biológicas a los roles asignados a cada sexo. A ratos parece una lectura un tanto forzada, pero más que entenderla como una verdad inamovible creo que la forma en que construye su argumento es lo interesante para entender la relevancia del espectáculo circense el nuestra cultura.

Este hermetismo que plantea Paz, está marcado desde la enseñanza:
Desde niños nos enseñan a sufrir con dignidad las derrotas, concepción que no carece de grandeza. Y si no todos somos estoicos e impasibles –como Juárez y Cuauhtémoc- al menos procuramos ser resignados, pacientes y sufridos. La resignación es una de nuestras virtudes populares. (Paz, 1)

El autor, ve la identidad de un pueblo como algo intrínseco, es por eso que los cuerpos son la evidencia de la actitud, de este modo, el “no rajarse” del que tanto habla para referirse al hombre se invierte en la herida siempre sangrante de la mujer. La relación con la sexualidad evidenciada en el cuerpo se justifica en un motivo de jerarquía, estableciendo que el hombre es superior a la mujer así como en las relaciones homosexuales el penetrado es el residuo ya que adquiere el rol femenino. La sexualidad y la vida cotidiana están atravesadas entonces por el pudor, que resguarda el orden establecido por medio de las formas cerradas que predominan en la cultura latinoamericana:

[…] en la esfera de las relaciones cotidianas procura que imperen el pudor, el recato y la reserva ceremoniosa. El pudor que nacen de la vergüenza de la desnudez propia o ajena, es un reflejo casi físico de nosotros. Nada más alejado de esta actitud que el miedo al cuerpo, característico de la vida norteamericana. No nos da miedo ni vergüenza nuestro cuerpo. Pero las miradas extrañas nos sobresaltan, porque el cuerpo no vela la intimidad, sino la descubre. El pudor, así, tiene un carácter defensivo[…](Paz, 2)

Ahora bien, es posible entender de la propuesta de Paz, una lectura cultural que se suele hacer del cuerpo en nuestros pueblos, en donde la jerarquía entre géneros, se justifican desde el cuerpo y en donde el pudor encuentra una base real que lo transforma en una característica virtuosa. Si se acepta esta concepción, pasando por alto los reparos en tanto estructura rígida que se escapa de los cambios que cada comunidad va sufriendo, es posible entender de alguna forma el papel que juega un evento como el circo en nuestra comunidad.

Como ya he mencionado el circo tradicional en América Latina- hay que hacer la salvedad con el nuevo circo que ha empezado a ganar terreno en Brasil, Argentina y Chile, al igual que en otras ciudades de América latina- funda su espectáculo en la herencia de dos tradiciones: Por un lado la rusa, que se destaca por las habilidades humanas que desafían la gravedad y por la dominación de animales en pistas circulares que permiten alcanzar con mayor agilidad algunas piruetas, y por otra parte, la tradición norteamericana que se basa en la exhibición de freaks, como principal atracción.

Una mezcla es la que se instala itinerante en suelo chileno, sumando malabaristas y trapecistas con bestias traídas de lugares exóticos y humanos con malformaciones o enfermedades que los transforman en rarezas dignas de observar. Se dice que el clown europeo sufre una transformación en esta tierra, convirtiéndose en el Tony chileno que impregna la picardía del doble sentido al humor que se solía limitar a la rutina de Augusto y Cara blanca, esa es otra evidencia de la hibridación que recrea la tradición de carpas coloridas.

Considerando que nuestra cultura es contenida, según la exposición de Paz, se explica el fenómeno circense como un punto de fuga. La forma rígida del contexto es la base para el espectáculo, en donde el acto se puede interpretar como una catarsis social. El panorama es el siguiente: el circo se transforma en una manifestación que se gesta en la espectacularización del lo que para una cultura ha de ser contenido por el pudor, el tabú del cuerpo y de la muerte, se transforma en un foco de liberación que es adoptado prontamente como parte de la tradición.

El circo juega entonces en una cultura predominantemente contenida como la latinoamericana, un rol de foco de teatralización de sus tabúes. Para reflexionar en torno a esta propuesta es imprescindible comprender la relevancia que posee la teatralidad en una sociedad, para esto Fernando de Toro propone el concepto de teatralidad social, entendida como la necesidad de una sociedad de añadir artificio (teatralidad) a aquello que por convenciones implícitas no se puede decir como real. He aquí parte de la importancia de las manifestaciones espectaculares espontáneas de las diferentes culturas.

El circo libera así al pueblo cohibido por el pudor, ya que teatraliza la muerte en los riesgos que corren los esperados trapecistas y la posible muerte de uno de los domadores de leones al ofrecer una imagen espectacular de la misma ya que se juega con la posibilidad inesperada de una fatalidad, pero de alguna forma existe el convenio implícito de que esa muerte no es real, si no, no se provocaría el distanciamiento y la apertura que da paso al foco de liberación. Por otra parte el cuerpo es desnudado y exhibido primero desde la palabra, como en la rutina del Tony que alude constantemente a chistes cargado de connotaciones sexuales y obtiene como respuesta de los espectadores, protegidos por la oscuridad de la carpa, la risa. En esta rutina se menosprecia el rol del penetrado, pero se da paso a una instancia social de alusión al cuerpo ocultado habitualmente por las concepciones impuestas. La exposición de fenómenos, otorga un lugar prioritario a la exaltación de la anomalía en tanto no es propia y se objetualiza para transformarla en algo ajeno que no avergüenza si no que provoca admiración.

Es así como aún se sigue asistiendo al circo, a ese circo del margen que han llevado nuevos tabúes a escena, así se explica de algún modo la proliferación de circos revisteririles o con espectáculos protagonizados por travestis, en donde hombres y mujeres teatralizan la exposición de deseos sexuales no aceptados por la convencionalidad. El “Circo Timoteo” por ejemplo, se caracteriza por los gritos de hombres que alaban a los hombres/mujeres en escena, mientras ellas les ofrecen a voces servicios sexuales a la salida de la función, pero en ese instante se quiebra la confianza y se regresa al límite del pudor, una vez acabado el espectáculo, se retoma el orden. El circo se comporta en cierto modo en un carnaval constante de inversión, es que la estructura rígida de la urbe en busca de “desarrollo” con graves problemas de desigualdad que se abre al otorgar un lugar central al cuerpo habitualmente descentrado.

Un foco de teatralidad que se sigue concretando a diario en terrenos baldíos de las ciudades o en la llegada del esperado acontecimiento a algún pueblo olvidado por la tecnología, lo importante es que si se acepta de alguna forma la lectura de Paz sobre las características del mexicano y por extensión del latinoamericano, se puede entender, al menos en parte, la adopción de una tradición foránea como parte de nuestra idiosincrasia.

El circo rompe por un instante la condena de la América Latina sangrantemente femenina, pero evidencia la necesidad de estructurar un orden saludable, una lucha olvidada a ratos por la costumbre de la incomodidad.

lunes, 1 de octubre de 2007

ojo cojo






Ciudad de gatos y de cojos. Un lugar donde hay que subir eternamente para luego bajar por calles iluminadas con colores extraños (un manto de color, un filtro para sueños que se disponen sobre nuestros ojos sin la opción de decir no a causa de la fiesta de la luz) que se imponen como el gran escenario de la acción dramática, la acción sin acción esa que queda en el discurso como bien Jacinta diría, la que nos interesa a nosotras, como yo diría. Se enraizó este asunto.
El asunto entonces, es que extrañamente luego de viajar al otro lado del mar, no del que queda de nuestro lado sino cruzando la montaña, se espera encontrar algo extraño. Pero, contrariamente he encontrado un habitar cotidiano, los placeres son parecidos a los nuestros y los deberes a veces más gratos, un lugar donde los cambios meteorológicos no preguntan ni respetan a nadie. Y la verdad a mi ese respeto poco me importa, es parte de la sorpresa creo.
Hoy, he contado en una tarde 9 personas que cojean, ¿coincidencia? No lo sé. Gatos paseándose por mi casa e inconfesables paraguas en los bolsos de todos los ciudadanos. He pensado que al estar la ciudad chueca, la verdad es que se vive en pendiente todo el tiempo, los cuerpos se han adaptado a esta perfecta imperfección. Es sólo una impresión, quizá más bien son un sindicato particular, quien sabe y esta por decreto que deben habitar acá para coincidir con el ambiente.
Aún una extraña, pero una extraña camuflada, se supone que es la primera parte del proceso, creo.
Buenos días, buenas noches.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Desde el lado de allá, ahora el lado de acá.

Cómo se hace la pregunta desde otra parte. Restregué fuerte los ojos para no olvidar lo que había visto cada día, cada mañana sin interrupciones, eso que espero ya no dejaré de ver jamás. Busqué el saco y lo puse en la espalda, dejé que la imagen se sellara en los parpados. Ahora ya no podré mirar con los ojos que están bajo la frente, miraré con las manos, con el olfato el aire que viaja ilimitadamente paar recordar esta imagen.
Como buen traficante, lo primero es observar la mercancía, procurar muchas veces ser silencioso porque eso puede ayudar a dar el primer paso, no cortar, no corromper ni corroer de entrada. Dejar que venga lo que debe venir, luego decidir hacia donde empezar a dar la pelea.
He venido recolectando los nuevos colores, dejando sutiles sonidos de un idioma extraño en el oido de otros, la sutil huella de los encuentros.
Disponerse al verdadero viaje, ese que no se puede comprar, al que solo se accede gracias a la comunidad flotante y generosa que esta dispuesta a compartir contigo sus secretas mercancias preciadas. La entrega no siempre es clara, creo que hay que tener pasiencia. Intento escuchar la voz de otra ciudad, quien sabe, uno nunca sabe lo que te espera, aunque siempre conoce lo que ya ha fabricado y eso no es un dato menor.
Me dipongo a construir otra vez, esta vez del lado de acá que antes era el lado de allá.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Una luciernaga respirando en el llano


Qué cómo traficar? claro que es fácil. Sin duda la reunión espontánea marca el deseo del tráfico, de eliminar el peligro del roce, de hacer circulos continuos sin que se note el límite entre ellos, formando así las figuras más inesperadas.

Ayer fue día de fiesta, del carnaval que esperaba. Ese es el santiago que me gusta, cuando los relatos se multiplican hasta el infinito y la voz de todos se vuelve el contar de la ciudad, de esa otra ciudad que habitamos sin que el oficialismo sea capaz de rastrearla, de nuestro lugar, periferico central, de lo que podemos crear.

El circo como foco de la teatralidad de los tabues comunitarios , el circo como mi propia teatralidad, la ilusión de la vida que quiero.

La felicidad trae un dejo de nostalgia supongo. Soy muy feliz hoy.

lunes, 13 de agosto de 2007

Pasos para la recolección


Parece más sencillo de lo que es. No hay que olvidar que aunque la acción es relativamente fácil (basta con parase en una esquina ajustar los ojos o anteojos, articular las piernas y empezar la caminata) la tarea es de extremo cuidado, la disciplina es la primera aliada.

El ejercicio debe hacerse de forma continua ya que la periodicidad permite la transacción espontánea , imposible olvidar que si no se tiene la cautela suficiente la tarea de pasar desapercibido siendo testigo de las tramas dispuestas en la ciudad, se reduce a nada.

Recoger los dichos que se esparcen en las calles otorga el placer de encapsular la ciudad, llevarla en un par de lineas, aunque sea como muestra para luego dejarla escapar en los sonidos de un relato recontado. La circulación de historias es infinita, articula y desarticula el quehacer del espacio habitado, sólo el acto de vagar constantemente nos puede hacer percibirla de manera discreta al ser parte del relato de otro que espía y transfiere, que como nosotros cree no ser descubierto.

Me paro en el borde del paso de cebra designado, un segundo antes de caer a la lava de los otros juegos , escucho la historia de un otro. Ahora sólo me queda seguirlo y, supongo, dejarme seguir.

Veamos como sale esto de repartir lo escuchado, de traficar lo que no se quiere contar, de ser relator y relatado, de ampliar la comunidad que juega con las fronteras designadas.


La red se expande, allá tú del lado que quieres estar.